Aprovecho estos días para hacer algo que se le parece bastante a un retiro. Y me he acordado de que un día le comenté a un amigo que la verdadera prueba del desarrollo personal era estar a solas y en silencio unos cuantos días. Él me respondió que la verdadera prueba no era guardar silencio sino irte de vacaciones con tus padres ese mismo mismo número de días y ser capaz de no discutir con ellos ni de juzgarles.
Sea como sea, lo cierto es que aprender a guardar silencio un rato cada día es una de las prácticas que más han transformado mi vida, junto al hábito de pasar unos días al año en soledad.
Hollywood nos ha hecho mucho daño no sólo en la forma de entender el amor romántico, lo que es evidente, sino también en la forma de entender el trabajo.
A través del cine hemos aprendido que estar permanentemente ocupado, correteando eufórico de un lado para otro y con el teléfono sonando constantemente es la señal irrefutable del éxito personal. Lamentablemente, esta ficción sólo te llevará a sentirte peor contigo mismo.
“Tarde se aprende lo sencillo. Tarde se aprende la hermosura. No aquella de los ojos mortales, la del mundo. . . ”. José Hierro.
La experiencia corrobora que estar sanamente ocupado en lo esencial es beneficioso para el desarrollo del proyecto y para el espíritu, pero también que no disponer de tiempo ni para ir al servicio nos impide pensar con nitidez y nos conduce a adoptar peores decisiones.
Hay dos hábitos que regalan automáticamente, a quien los abraza, el acceso al mejor consejero disponible: tu sabio interior.
El primero de ellos es guardar unos días de silencio, y de soledad, una vez al año. El segundo es guardar un rato de silencio cada día. En una sociedad tan “infoxicada” (por el exceso de información) como la nuestra, son dos de los mejores hábitos que podrás adoptar.
La práctica del silencio es algo que el Ser Humano sabe desde hace mucho tiempo que es beneficioso; todas las tradiciones espirituales del planeta proclaman, de una u otra manera, la importancia del silencio y de la meditación.
Cada uno de nosotros trae de nacimiento una especie de detector de buenas decisiones. Llámalo como quieras: intuición, olfato, corazonada o presentimiento… pero cuando tenemos afinado este mecanismo interior es como tener un indicador infalible que nos dice si vamos por el buen camino o si nos estamos equivocando.
No hace falta que te recuerde que cuando lo escuchamos, funciona de manera efectiva. De hecho, cuando somos sinceros con nosotros mismos y revisamos los errores de nuestra vida sabemos que si hubiéramos hecho caso a esa vocecita que nos decía que tomásemos otro camino, posiblemente no nos habríamos equivocado.
Pues bien, el hábito de guardar un rato de silencio cada día sirve precisamente para dejar un hueco para que esta vocecita pueda manifestarse y para que tú puedas escucharla.
Unos momentos de silencio permiten encontrarse con la verdad, con tu verdad. Resulta difícil escuchar a la intuición y tener el coraje para hacerle caso cuando se corre frenéticamente de un sitio para otro cada día. Un rato de silencio, o de meditación si prefieres, te permitirán escuchar esta vocecita para adoptar automáticamente las mejores decisiones. En ocasiones será retador validar la intuición. En ocasiones escucharte irá en contra de la opinión imperante o de lo que se espera de ti. Ni lo dudes: el silencio te permitirá acceder a tu verdad más íntima. Escúchala y dale el valor que tiene.
Algunas personas preguntan qué hay que hacer en ese rato de silencio y la respuesta es muy sencilla: nada. Puedes estar sentado en casa, puedes dar un paseo, puedes ver atardecer o puedes sencillamente cerrar los ojos un rato. Lo que más te apetezca es perfecto. Lo importante es que cada día, o la mayor parte de los días al menos, reserves un rato de silencio sin interrupciones y esto es algo que la mayor parte de las personas pueden hacer si se lo proponen.
Nada te impide levantarte quince minutos antes, acostarte quince minutos más tarde o reservar quince minutos en medio de la jornada para no hacer nada. Aprovecho para confesarte algo: el día en el que descubras que el planeta Tierra sigue funcionando aunque durante quince o treinta minutos al día no hagas nada posiblemente te sientas bastante liberado y con una indescriptible sensación de ligereza.
Adicionalmente, hay una práctica que consiste en algo tan sencillo como estar unos días al año en soledad; y lo menos expuesto posible a correos electrónicos, llamadas, o medios de comunicación. Son tus días de puesta a punto personal. Estar unos días al año en soledad y lo más en silencio posible te permitirá evaluar, reflexionar y sentir qué es lo más mejor para tu vida y la de los tuyos.
Cuando necesites un buen consejero, no lo dudes: acude al silencio. A veces es necesario pasar unos días en silencio y a veces es suficiente con pasar unos minutos en el parque más cercano, pero en cualquier caso la soledad y el silencio son dos de los mejores consejeros a los que podrás acudir, como persona y como emprendedor.
Tres ideas de poder:
- El silencio y la soledad nos permiten contactar fácilmente con la verdad.
- El silencio y la soledad nos permiten escuchar a la intuición.
- El mejor consejero es escuchar a nuestra intuición.
Hábito: Guardar un rato de silencio cada día Reserva un rato cada día para estar en silencio. Unos minutos son suficiente. Pueden ser en cualquier momento del día. Lo importante es que cada día consigas un rato al margen del teléfono, las reuniones o los compromisos familiares. Se trata de reservar unos minutos al día para ti. Adicionalmente, unos días al año de soledad te permitirán acceder a ideas e intuiciones que de otra forma es posible que pasen desapercibidas durante demasiado tiempo. Por cierto, estamos casi seguros de que el resto del planeta se podrá apañar esos días sin ti. |
Sergio Fernández
El texto de este artículo del blog corresponde al capítulo 15 de Misión Emprender:
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