Hoy te quiero recordar lo importante que es aceptar lo que eres, pero antes…
En la última semana me ha pasado en dos ocasiones así que me lo tomo como una invitación de la vida para que hable de ello en el blog.
Hace unos días una persona me dice, ante la presencia de una multitud que se dirigía a un campo de fútbol, algo así como «ojalá yo fuera como ellos… sin problemas… siendo feliz con algo tan sencillo como un partido de fútbol…».
Pocos días después, más o menos la misma idea tóxica: «ojalá yo fuera como el resto de las personas con las que convivo día a día; cuántos problemas me evitaría eso».
Lo cierto es que esa vaga nostalgia de lo que uno es me parece dañina y gratuitamente arriesgada pero sobre todo una forma muy sutil de decirle a la vida que no me gusta lo que yo soy. Una manera de negar la propia esencia.
De alguna manera, cuando hacemos esto, el mensaje que nos estamos lanzando a nosotros mismos, a la vida y a los demás es de ingratitud y de insana disconformidad ya que no estamos valorando nuestros dones.
Creo profundamente en la gratitud como manera de estar en la vida. Gratitud con lo que me gusta más y con lo que me gusta menos. Pero sobre todo gratitud con quien soy. Y para mí, no reconocer quiénes somos, no aceptar nuestros talentos, no respetar nuestra esencia me parece una excelente y acertada forma de tirar una vida por la borda.
Ya lo dijo Jung, y yo creo que esta frase es más literal de lo que aparenta: una vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir. Y no aceptar quienes somos es una magnífica manera de no vivir nuestra propia vida.
No dejo de preguntarme, y no es una pregunta retórica, ¿Por qué nos costará tanto aceptar lo que somos? Sencillamente esto: aceptar lo que somos y obrar en consecuencia.
Sergio Fernández