Poco antes de las últimas navidades compartí con vosotros una gran noticia: Vivir sin Jefe alcanzaba su trigésima edición.
Hoy, solo tres meses después, puedo anunciarte que hemos alcanzado una nueva edición, ¡y ya son 31!
Han pasado más de diez años desde que publiqué Vivir sin Jefe y el objetivo sigue siendo el mismo: preparar a todas aquellas personas que estén dispuestas a iniciar una carrera emprendedora y carezcan de experiencia en el sector.
Si todavía no has oído hablar de Vivir sin Jefe, se trata de un libro que recoge algunos de los errores más comunes en los emprendedores. En él ofrezco una lista de 50 errores con un aprendizaje concreto vinculado a cada error. Todos ellos los he vivido en primera persona, tanto los errores como los correspondientes aprendizajes.
Mi objetivo es y ha sido siempre divulgar y democratizar información sobre desarrollo personal y profesional. Por eso, inspirado en el libro Vivir sin Jefe, desde Instituto Pensamiento Positivo llevamos años desarrollando un seminario para emprendedores que comparte nombre con el libro y al cual te recomiendo también asistir si estás interesado en abrirte al mundo del emprendimiento.
Para celebrar esta nueva edición y siguiendo la tradición, hoy te quiero regalar un nuevo capítulo totalmente gratuito. Esta vez te quiero entregar el capítulo 17: ‘¡Cámara, luces y acción!’. Un capítulo que le convencerá de ser uno mismo y le mostrará el valor de la autenticidad en el emprendimiento.
¡CÁMARA, LUCES Y ACCIÓN!
No atreverse a ser usted mismo
Nunca formaría parte de un club que me aceptara a mí como socio
[Groucho Marx].
Después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son
[Manual de Cronopios, Julio Cortázar].
Uno de los fenómenos más fascinantes de la narrativa es su capacidad para desarrollar personajes fabulosos. Cuando un personaje está bien creado pasa al imaginario colectivo. El Quijote, La Celestina, Sherlock Holmes, El Padrino, Superman, El Hombre Araña, James Bond… son sólo algunos de los personajes bien creados que todos conocemos.
Imagínese que vive dentro de una película. Lo peor que le podría pasar es tener un personaje poco creíble; el público no le prestaría ninguna atención. Pues esto es lo que le pasa a muchos emprendedores: no han desarrollado un personaje creíble.
Encontrará mil libros que le explicarán con todo lujo de detalles cómo fabricarse un personaje creíble, cómo hablar en público y como hacer amigos y ganar influencia… para mi todo eso no es más que humo.
Estoy muy de acuerdo con que hay que crearse un personaje creíble, pero no con que eso se pueda hacer sabiendo cómo hay que gesticular o aprendiendo a impostar el rictus perfecto. Creo más en el desarrollo de nuestro carácter que en el desarrollo de nuestra fachada.
Leía recientemente que un artículo publicado por dos profesores de la Universidad de Carolina del Norte afirmaba que “cada diez minutos extras de arreglo personal en un hombre, éste aumenta sus salarios semanales en un 6%”. No tendría sentido discutir que la apariencia es importante. Sin embargo, los personajes creíbles y memorables se hacen fundamentalmente desde la autenticidad. Todos recordamos a personas de las que precisamente nos acordamos porque se comportaron de manera espontánea y auténtica. Afortunadamente, incluso en nuestra sociedad de la imagen, a largo plazo, lo que hacemos sigue siendo más determinante que nuestra apariencia.
Aún no se ha inventado nada que sea más poderoso que alguien que sencillamente es como es. Juzgue por su propia experiencia.
Había una campaña de publicidad cuyo eslogan era “No hay mayor atrevimiento que ser tu mismo”. Estoy de acuerdo.
A usted se le tiene que reconocer por algo, tiene que desarrollar un estilo propio de hacer las cosas, de hablar y de moverse por el mundo. Es su marca personal, de la que hablaremos más adelante. De hecho le recomendaría que desarrollara esto tanto si usted es emprendedor como si no lo es. Recuerde: No hay mayor atrevimiento que ser uno mismo. Atrévase a ser como es. Así, a secas. Las personas lo valorarán, independientemente de que sean sus clientes o sus vecinos.
¿Sabes por qué? Porque todos, sin excepción, estamos cansados de las risas perfectas, de los cielos eternamente azules, de los productos bajos en grasa, de “buenos días, soy Pérez, ¿en qué puedo ayudarle?”, de la telegenia, de que las personas con las que interactuamos cada vez se parezcan más entre si, de las frases que no dicen nada y de las chicas guapas, brillantes e indefinidamente semisonrientes. Sin embargo, cuando tratamos con humanos preferimos la naturalidad a este mundo de invención publicitaria. Atrévase a ser usted mismo. Aunque piense lo contrario, sus relaciones en el ámbito laboral mejorarán.
Sergio Fernández